“… si hacemos un teatro no es por representar una obra, pero para poder asegurar que lo que es espíritu oscuro, lo oculto, lo irrilevato, se manifiesta en una especie de proyección de material real …”
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El teatro como un lugar donde lo invisible se hace visible,
el actor como aquello en la que esta transformación se lleva a cabo:
en esta pista que seguimos Artaud.
No es un actor.
Es un actor.
Es un actor-no.
Mimesis en el “deseo interno”, el actor encarna la historia invisible,
se convierte en una imagen de sus propios sentimientos.
El cuerpo en-escribe, obediente.
Entretenimiento de alma.
En el borde de la palabra.
Las palabras comunican imágenes, no texto
Se ha ido el desenfreno, más allá de cualquier “realidad” y “probabilidad”
y estas imágenes, disciplinados y procesados estrictamente,
el actor describe con “las palabras del texto”
que a pesar de ya través de las palabras que pronuncia.
Actuando a nadie, sólo a lo loco.
Guardan celosamente-mostrar-ocultar sus acciones.
Retire la frase, la palabra misma, interrumpir la sintaxis.
En vez organizar la instrumentación corporal fonética.
Expropiación de las palabras desde el escenario del teatro de la cada vez más escuchado-digerido.
Dijo o no dijo nada?
O él dijo, y luego fue olvidado de sí mismo en el oído.
Dando la vuelta a la locura del mercado del arte dramático de ficción de primera mano.
Podemos prescindir.
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