la misma mutada resurgo – liturgia para 14 espectadores greek version
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…aunque anderé en la valle de sombra y de la muerte … no temeré mal alguno,
ni siquiera en los momentos más oscuros de la vida …
(salmo 23, la Biblia)
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Para la cultura occidental Medea es la madre infanticida llevada al escenario de Eurípides en el año 431: en el ilusorio colectivose ha consolidado el carácter de una mujer repudiada y expulsa, asaltada por dolorosos recuerdos, en su último día en Corinto. Un día rasgado a Creonte y pasado en medio de la obsesión por golpear a Jason, su marido, con el más feroz de venganza, con un dolor absoluto. “Voy a matar a mis hijos.” Esta Medea infanticida revivida en colores oscuros y uniformes de un género prestigioso que fue la tragedia en la antigüedad, no siempre se comparte fuera y en el teatro. Para nosotros, Medea es su odisea, una odisea que las lleva al crimen extremo, matar a sus hijos, es negarse a sí misma como la madre de los niños que pertenecen al padre sólo simbólicamente, para hacer resonar la voz de los deseos, de los afectos. Medea no puede pensar su raza fuera de la reciprocidad sensual y emocional, fuera de su afectividad. Vive en la escena el conflicto entre el deseo erótico y el afecto maternal como una laceración consciente y dolorosa, verbalizada y antes somatizada en su cara y en su cuerpo, y resuelta finalmente con el infanticidio. Una disociación progresiva que corre y madura bajo toda la trampa y no se limita a el final explosivo y enfático. Maga y extranjeras contadictoria y consciente, acalorada y responsable, Medea se define sobre todo para disappartenenza y autonomía, y su escándalo se enlaza a su desviación individual.
Es la expresión de un yo aislado que no pertenezco a ninguna historia y parece pertenecer a la nuestra, contemporánea para determinadas afinidad, nos mueve detrás del escenario en el que regresa. A sugerir imágenes más incisivas y eficaces de los vetos religiosos que deben superarse mediante la ciencia y la dinámica social. Suscita situaciones que por el pensamiento moral es difícil de representar: lo infanticidio de niños es un secreto sacrificio, un apòrrhetos thysia. Una sencilla metáfora mostrada en las representaciones vasculares donde Medea mata a sus hijos en un altar. Un ritual, al parecer, quizás celebrado en el templo de Hera Akraia, que se basa en el mito corintio de Medea: siete niños y siete niñas eran encerrados durante un año en el santuario de Hera, donde se mostraban las tumbas de los hijos de Medea. Punto culminante y conclusión de sus período de servicio era un sacrificio en ocasión de la fiesta de Akraia: el sacrificio de una cabra negra. Era un holocausto, un enaghìzein, ligado a una forma especial, antes citada, de “comedia de la inocencia“: la misma cabra deberá desenterrar la espada o cuchillo, con la que será matada. La espada era después enterrada de nuevo hasta el año siguiente, de acuerdo con lo que se decía. Una vez al año, el instrumento de la destrucción surgiva de la oscuridad de la tierra, y después permanecer enterrada y casi olvidada por el tiempo restante. Es evidente que la cabra murió en sustitución de los chicos: después, los liberaron de su compromiso. El mito dice que los hijos de los corintios tenían que cumplir este deber de expiar el homicidio de los hijos de Medea, muertos en el recinto de Akraia y que fueron enterrados allí. Y la extraña espada, desenterrada y enterrada de nuevo año tras año, sería precisamente aquella con la que Medea había matado a los niños. Hasta qué punto el ritual, en relación con el mito, se puede entender como una ceremonia de iniciación? Hasta qué punto, la metáfora de el thyma en el clímax del drama de Medea se refiere a un rito sacrificial en que toma la forma del misterio de la muerte?
alfredo de venuto
…dedicado
a todos los niños que mueren…
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